viernes, 5 de marzo de 2010

MATÓ AL LOBO FEROZ.¿EL LOBO FEROZ?

Creía que una noticia como ésta no merecía la pena de ser contada. Ayer La Voz de Galicia publicaba en su sección de Sucesos este titular: "El ataque de un lobo causó heridas en un brazo y en una mano a un pastor de ovejas...". Cuenta que el hombre estaba en el monte trabajando por la mañana cuando se encontró un lobo. ¡Bendita fortuna para todo naturalista el encontrarse un lobo así como así!. En fin; para este hombre fue distinto; el que tenía delante era ¡el lobo de Caperucita!. Decía la noticia que el hombre creyó que era el perro de un vecino y que llamó a los suyos, que se ve que iban a por él, para que no se pegaran. Pero, según la noticia, el lobo siguió "merodeando" y cuenta el hombre que "saltó hacia él mordiéndole un brazo" cual malinois en una competición de Mondioring. Dice que le causó heridas en un dedo y que fue dado de alta enseguida (no era para más). El hombre cuenta que, de no haber sido por sus perrazos (mastín y amastinado), lo mismo le habría matado (¡¡nada menos!!). El chico que trabajaba con él tampoco se quedó corto, y "para ayudarle" cogió una horquilla y ayudó a los perros a eliminar al terrible bicho. Él se extrañó de que aquél lobo no huyese del hombre y se enfrentase a los perros.
Como no quería yo darle importancia a semejante cuento, no lo quise publicar. Pero ahora lo haré por cómo se han ido desarrollando los hechos. Expliqué, a quienes me consultaron, la imposibilidad del ataque de un lobo salvaje en la naturaleza. Barajé la posibilidad de que aquél lobo hubiera sido, en realidad, un perro. Pero supuse que habría un cadáver; si éste era de lobo, imagino que, enfrentado a los perros y asumiendo ese riesgo, algo no debía ir bien con ese pobre animal; no obstante, dije también que era probable que, en medio de la trifulca, cuando el hombre mete la mano, puede ser mordido no ya por el lobo, sino por sus propios perros extraexcitados. Pero bueno, son conjeturas todo excepto una cosa evidente: no hubo NINGÚN ataque de un lobo. Lo que estaba claro es que aquí había habido un ataque de dos perros y uno o dos hombres a un lobo que seguramente portaba algún problema para estar allí en la mañana metido en semejante berenjenal.
Y, en la refriega, el lobo tampoco va a ponerse a sacar la lengüina; lo lógico es que pueda defenderse un poco ¿o no se le va a permitir ahora ni defenderse, como le pasó a la pobre osa Hvala y a otros bichos?. Por eso, aquél patetiquísimo titular de "Ataque de un lobo... bla bla bla" no me interesaba lo más mínimo pues estoy jarto ya de la manipulación de los medios y de los periodistas, que no son capaces de acertar ni una sola.
Pero bueno; al final, hoy mismo el mismo periódico publicaba una continuación de la historia: el hombre tenía 80 años (no creo casualidad que en estos fregados siempre están involucradas personas mayores del campo). Y aquél lobo era aún más anciano que el hombre. El pobre podía llegar a tener 13 o incluso 15 años pues ya no tenía ni dientes. Tan sólo unos desgastados colmillos con lo que ya no podría ni comer en condiciones. Por eso estaba en los huesos el pobre. Pero no sólo eso; tenía una pata amputada probablemente por un lazo de esos como los que habían dejado lisiado por siempre al lobo del otro día. Vamos, que viejo, más que cojo, desdentado, flaco y débil... se vio seguramente buscando restos que echarse al estómago cuando se dio de bruces con el hombre y los perros. Los perros acabaron con él en un momento y me imagino que ese "héroe" que lo remató con la horquilla no tuvo mucho esfuerzo que hacer a pesar de lo orgulloso que lo cuenta hoy por ahí como si hubiera sido el cazador del lobo feroz de Caperucita. Aún son capaces de decir que pasaron "un buen susto". ¡Vergüenza les debería dar!.
Mal final para una sorprendentemente larga vida de un lobo metido en territorio humano y tras haber sobrevivido ya a sus sucias trampas.
Como viene a cuento, os contaré que conozco un pastor que vivió algo parecido; pero aquél lobo había enganchado una oveja. Se enfrentó a sus mastines y también él llegó con su cachava para rematar. El lobo no tuvo opción a defenderse de él y tampoco lo habría intentado pues lo que le urgía en ese momento era librarse de las bocas dentadas de los terribles mastines que se le habían echado encima. Allí se lo cargaron y entonces vio él que aquél lobo estaba excesivamente gordo.
Mismamente, si pincháis aquí os llevará a un vídeo que es muy interesante porque es antiguo y se ha publicado a raíz del próximo 30 Aniversario de Félix Rodríguez de la Fuente. Pero, después de que lo veáis, quiero aclarar a todos unas cuantas cosas:
dice que "a mediados de los 70 el lobo era un peligro real". Yo no creo tal afirmación de ningún modo. Como he explicado creo que detalladamente en mi último libro, el comportamiento predador del lobo no funciona ante el hombre porque no constituye el ser humano ningún estímulo de caza, por lo cuál no puede funcionar el mecanismo desencadenante innato de dicha conducta. Esto es así y funciona así. Ni tenga hambre ni la deje de tener. Amén del pánico al ser humano que tienen los lobos especialmente porque durante 10.000 años (que no 40) se les ha dado tralla sin parar.
En aquellos años hubo mucha polémica. Los niños seguían siendo educados en el temor al lobo para alimentar su odio. Era esencia cultural pastoril. Se contaron millones de tonterías imposibles de creer y que aún hay mentes ignorantes que sí que creen; y esto ha hecho mucho daño al lobo. La loba que dicen que mató a dos niños en Orense, leáis lo que leáis y de quien lo leáis, y os digan lo que os digan, nadie pudo demostrar fehacientemente que fuese una loba. Félix R.de la Fuente defendió el que aquella loba no había sido sino un perro. Se dijeron muchas tonterías sobre aquellos ataques. Tonterías imposibles de acometer por un lobo mínimamente normal. Y, como prueba, tenéis unas imágenes del conocido Pepín el de Fresneda, un matalobos licenciado, que, en el vídeo, está maltratando cruel y salvajemente a un pobre PERRO. Como podéis comprender, si este hombre confundió a este pobre PERRO con un lobo, no se puede uno creer absolutamente ningún dato sin haberlo comprobado o visto. En aquél momento, mientras todos querían exterminar al lobo, Félix Rodríguez de la Fuente batalló lo indecible para cambiar su mala imagen y presentar la verdadera cara del lobo.